Milei juega en el equipo MAGA, pero no comparte su amor por los aranceles

Javier Milei no tiene reparos en querer ayudar a que Estados Unidos (y Argentina) vuelvan a ser grandes, y ha sido un partidario (y fan) entusiasta del presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump. La relación en ciernes se ha vuelto tan estrecha que el presidente argentino se convirtió en el primer líder extranjero en reunirse con el nuevo jefe de los Estados Unidos tras las elecciones de noviembre que le otorgaron un segundo mandato.
Se dice que Trump le comentó a Milei que el economista de melena despeinada, conocido por su chaqueta de cuero negra y su aire de profesor excéntrico, se ha convertido en su “presidente favorito”. Ambos comparten una visión de reforma gubernamental y recorte del gasto. Pero hay un área en la que estos nuevos mejores amigos podrían tener posturas divergentes: los aranceles. Trump los ha descrito como “la palabra más hermosa del diccionario” y ha amenazado con aplicarlos tanto a aliados como a rivales para avanzar en su agenda, mientras que Milei, por el contrario, ha estado reduciendo estos impuestos de manera discreta donde ha podido.
Cualquiera que haga compras con frecuencia en Argentina sabe lo mucho que los aranceles pueden impactar los precios. Si bien los productos y alimentos producidos localmente pueden parecer económicos para los visitantes internacionales, dependiendo del tipo de cambio, cualquier artículo importado suele ser mucho más caro que los equivalentes en el extranjero. El gigante de la moda Zara, por ejemplo, ofrece un par de jeans de su última colección por 69,90 dólares en Estados Unidos. En Argentina, el mismo par cuesta 99.900 pesos, lo que equivale a 83,25 dólares al tipo de cambio informal más débil, casi un 20% más caro que en Estados Unidos.
Esta dinámica se extiende a prácticamente todo. Un iPhone 15 (ni siquiera el modelo más reciente) cuesta actualmente casi 3,6 millones de pesos en Argentina, lo que equivale a casi 3.000 dólares. El mismo teléfono se puede adquirir en Estados Unidos, directamente en Apple (NASDAQ: AAPL), por 729 dólares. Por eso los argentinos son conocidos por abarrotar los centros comerciales de Miami cada vez que tienen la oportunidad. Incluso después de pagar el costoso pasaje aéreo desde Buenos Aires, los ahorros pueden ser significativos.
Economía 101
Dado que una de las prioridades centrales de Milei es combatir la inflación galopante, eliminar los aranceles puede ser una manera rápida de reducir los precios, al menos de forma temporal. Y eso es precisamente lo que está haciendo el gobierno, reduciendo los aranceles sobre 89 productos clave para la economía, incluidos neumáticos, motocicletas y pequeños electrodomésticos. También ha eliminado un impuesto general del 7,5% sobre todas las importaciones, aunque el país sigue limitado por los aranceles establecidos por el bloque comercial del Mercosur, del que es miembro. El mes pasado, Milei calificó al grupo, que incluye a Brasil, Paraguay, Uruguay y Bolivia, como una prisión.
Eliminar los aranceles puede ser arriesgado, especialmente cuando una economía está en proceso de recuperación. Tras controlar la inflación, reducir el gasto y lograr un superávit fiscal, Milei ahora necesita estimular la producción local, crear empleo y realmente impulsar el crecimiento económico. Es una tarea mucho más compleja, y eliminar los impuestos a las importaciones podría ir en contra de esos objetivos a largo plazo, ya que haría que los productos fabricados localmente sean comparativamente más caros. Sin embargo, Milei, sin duda, comprende estas dinámicas. Es Economía básica, como se dice, y hasta ahora el líder libertario ha mostrado moderación en cuanto a avanzar demasiado rápido en cualquier frente.
Trump, por otro lado, no enfrenta las mismas restricciones. Estados Unidos emite la moneda de reserva mundial, y su enorme mercado es uno que nadie quiere perder. Al final del día, todo se reduce a la influencia, y Argentina simplemente no tiene tanta. Trump puede amenazar con aranceles porque tiene un gran garrote, y ningún país quiere una guerra comercial con Estados Unidos. Argentina, en cambio, debe manejarse con un manual mucho más restringido, que por ahora consiste en una delicada combinación de recorte del gasto, reducción de aranceles (incluso a costa de algunas industrias locales) y fomento del crecimiento en sectores clave como la energía y la agricultura.
A la mayoría de los economistas no les gustan los aranceles, y Milei no es la excepción. Aunque ha sido aplaudido en muchos de los círculos que ahora se congregan en Mar-a-Lago buscando atraer la atención del presidente electo de Estados Unidos, está por verse si Trump querrá tomar nota. Los dos líderes de MAGA pueden compartir un estilo populista, pero sus realidades económicas en casa no podrían ser más diferentes. Trump puede presentar los aranceles como una demostración de poder, pero Milei sabe que el camino de Argentina hacia la prosperidad requiere reducirlos. Por ahora, la lección del profesor es simple: la supervivencia por encima del espectáculo.