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Volando sin piloto

por
Miguel F Colaborador

Desde sus inicios la industria Aeronáutica es sinónimo de innovación, planificación y control. Estadísticamente, el avión civil es considerado el medio de transporte de pasajeros más seguro del mundo, y esto se debe en gran parte a la evolución tecnológica constante, pero también al exhaustivo control de cada uno de los procesos involucrados, como por ejemplo el control de las rutas aéreas, al chequeo y mantenimiento de cada una de los miles de piezas que conforman a cada aeronave y al exigente entrenamiento al que son sometidos los pilotos.

En este último punto es donde la tecnología acorta notablemente los tiempos, ya que mediante la utilización de cabinas de simulación y el uso de realidad virtual y realidad aumentada, los pilotos pueden recibir infinidad de horas de entrenamiento estando en tierra, pero con las sensaciones propias de estar en el aire. De esta forma se pueden simular vuelos con diversas variables como condiciones climáticas adversas y posibles fallos mecánicos o eléctricos de las aeronaves, con el fin de que los pilotos absorban la experiencia de volar con determinadas problemáticas sin arriesgar su seguridad ni la de los pasajeros.

Pero, ¿Qué ocurriría si dejamos de lado el factor humano y los aviones pudieran volar autónomamente mediante la utilización de IA y algoritmos? Por el momento estamos en una etapa muy temprana para aplicar estos conceptos en la aviación comercial por los riesgos que conlleva, pero mientras tanto la aviación militar se encuentra en una etapa de experimentación mucho más avanzada y, como ya sabemos, la investigación y desarrollo de la rama militar en ocasiones es absorbida por la industria civil, logrando avances significativos.

Si bien en este momento la aviación militar busca el entrenamiento de nuevos pilotos a ritmos acelerados, todo parece indicar que en un futuro no muy lejano tendrá una tendencia hacia la autonomía. La empresa General Dynamics (NYSE: GD) se convirtió en uno de los contratistas de defensa más importantes del mundo desde el período posterior a la Guerra Fría. Dentro de la industria de la aeronáutica militar es sinónimo de innovación, ya que fue la encargada de diseñar aviones míticos como el F-16 Falcon. Recientemente, General Dynamics (NYSE: GD) anunció la incorporación de su avión experimental X-62 VISTA al programa Skyborg de la fuerza aérea de EEUU, dándonos una pauta de lo que vendrá. Dicho programa plantea la creación de enjambres de aviones autónomos que, dotados de IA, llevarán a cabo misiones que en determinadas ocasiones no precisarán de la intervención humana.

Aquellos que somos fans de estos pájaros bélicos, no podemos omitir una analogía con el reciente éxito cinematográfico de Paramount Global (NASDAQ: PARA) Top Gun: Maverick. En el film, el Capitán Mitchell es un piloto de pruebas del proyecto “Darkstar”, un avión hipersónico que guarda muchas similitudes con el proyecto secreto SR-72 de Lockheed Martin (NYSE: LMT), de hecho la compañía colaboró con el equipo de producción de Tom Cruise para diseñar el concepto del avión mostrado en la película.

El film nos muestra que el proyecto “Darkstar” se encuentra próximo a ser cancelado para derivar sus fondos al programa de aviones autónomos. Por lo tanto, el Capitán Mitchell decide desobedecer las órdenes y demostrar que un piloto bien entrenado es capaz de lograr una proeza, y tan solo unos minutos después arruinarla por el impulso humano de desafiar los límites. Y de aquí surgen algunos interrogantes, ya que una IA podría ser capaz de llevar a cabo una misión en forma más rápida y precisa, pero ¿aceptaría volar una misión que predice un bajo porcentaje de éxito? ¿Pondría en riesgo la misión para salvar la vida de un compañero de vuelo? ¿Hasta qué punto recibiría órdenes que desafíen la lógica y la estadística?.

La disrupción que provoca el traspaso de operaciones humanas a territorio de la IA está siendo analizada desde muchos enfoques que generan opiniones de todo tipo. Pero en el caso de la aeronáutica, la controversia es aún mayor, ya que pone en riesgo incontables vidas humanas. Razón por la cual la aviación comercial se mantiene más escéptica a la aplicación de la autonomía y apuesta cada vez más por la capacitación de pilotos en simuladores. Para el año 2040 se estima que deberán formarse al menos 600 mil nuevos pilotos para mantener el ritmo de la industria.

La escasez de pilotos comerciales es otra de las problemáticas con la que se enfrenta la industria, y ante esto la empresa Merlin Labs propone una solución híbrida, que consiste en dotar a los aviones de autonomía, mientras que el piloto viajaría solo a modo de observador y actuaría ante eventuales emergencias. Esto permitiría que el trabajo de los pilotos sea más relajado, liberándolos de estrés y acortando sus tiempos de descanso.

Con la vista puesta en el futuro y sobre empresas como General Dynamics (NYSE: GD), es imposible saber si se alcanzará un nivel de autonomía completo, tanto a nivel comercial como militar. Lo que sí sabemos es que la pasión por volar es algo inherente a muchos de nosotros, y aunque la tecnología avanza en muchos aspectos, en ocasiones no puede competir con la pasión humana, sino que crea una simbiosis con ella, generando un resultado que toma lo mejor de ambas partes.

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