Vuelo X1 embarcando hacia el espacio

por
Joseph Viele
Equipo de Comunicación de Producto de Quantfury

El espacio, la próxima frontera. Aunque, en realidad, eso ya no parece ser así. Cada vez son más las empresas que intensifican sus actividades de investigación y desarrollo para abordar específicamente los viajes espaciales, con el objetivo principal de los descubrimientos científicos y la curiosidad natural. De hecho, parece que la población en general está preparada para ir a explorar, ahora más que nunca.

Un estudio reciente realizado en la Universidad de British Columbia por el Instituto del Espacio Exterior reveló que el 45% de los 1.520 encuestados tomaría un vuelo corto de turismo espacial si alguien se lo ofreciera. ¿Podría haber cada vez más gente que realmente quiera hacer un viaje al espacio?

Este tipo de interés podría apuntar a una posible demanda de turismo espacial comercial. Tal vez el reciente empuje para llevar a personas superricas al espacio por parte de empresas como Virgin Galactic (NYSE: SPCE), Boeing (NYSE: BA) y SpaceX no sean solo movimientos descabellados de multimillonarios extravagantes y su suministro casi ilimitado de capital. Están en sintonía con el interés del público en general por todas las posibilidades fuera de nuestro planeta. 

La considerable inversión en tecnología espacial ha reducido considerablemente el coste por lanzamiento. A modo de comparación, antes de que apareciera SpaceX, la NASA gastaba miles de millones de dólares por lanzamiento como referencia. En cambio, SpaceX puede enviar vuelos rudimentarios al espacio por menos de 100 millones de dólares. Esto supone ya una reducción de más del 90%. Elon Musk ha mencionado que su objetivo es una cantidad aún menor, que equivaldría a cerca del 1% del presupuesto por vuelo de la NASA.

Por último, este es otro ejemplo de lo que ocurre cuando se deja que personas brillantes encuentren soluciones a problemas que la mayoría de la gente desconoce. Las agencias gubernamentales como la NASA tienen dificultades para seguir el ritmo de los esfuerzos empresariales porque sus mandatos no se rigen por los beneficios y el progreso, sino por las limitaciones presupuestarias y la seguridad del empleo. Como la NASA se ha quedado muy atrás, estas empresas privadas han respondido a una auténtica demanda del mercado.

Sin embargo, la responsabilidad potencial de poner en órbita a personas en un cohete siempre tendrá una capa extra de riesgo y coste asociada. No hay duda de que esto seguirá siendo un reto en el futuro. Habrá críticos que estén convencidos de que esta tecnología nunca llegará a ser más que un deporte para multimillonarios. Puede que tengan razón. Sin embargo, solo el tiempo lo dirá.

Piensa en cómo ha evolucionado el sector aéreo moderno en el último siglo. Antes de que los vuelos comerciales fueran tan fáciles como subirse a un tren, viajar en avión era un asunto lujoso, solo para gente de la élite, y el coste de embarcar en un vuelo lo hacía muy evidente. Las generaciones mayores nunca creyeron que verían a sus nietos tomar un vuelo de Roma a Barcelona por menos de 50 euros (en el momento de escribir este artículo). 

Tal vez, también nos quedemos incrédulos ante las posibilidades a las que nuestros nietos tendrán acceso en el futuro. Dicho esto, debemos recordar que los viajes espaciales no son un paseo por el parque.