El Canal de Panamá vuelve a estar en el centro de una lucha y no puede ser ignorado

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Panamá se encuentra repentinamente en una situación aún más delicada en torno al canal más famoso del mundo, convirtiéndose en el último foco de la latente rivalidad global entre Estados Unidos y China. Si bien se suponía que un acuerdo recientemente anunciado con la gestora de activos estadounidense BlackRock (NYSE: BLK) ayudaría a reducir la tensión, parece estar ocurriendo justo lo contrario.

La saga de alto riesgo, que surgió a principios de este año cuando el presidente estadounidense Donald Trump planteó la idea de recuperar el control del Canal de Panamá, se intensificó aún más la semana pasada cuando China arremetió contra un acuerdo que permitiría a un consorcio liderado por BlackRock comprar dos puertos clave de la vía marítima a CK Hutchison Holdings (OTC: CHKUY), con sede en Hong Kong, como parte de una transacción valorada en 23.000 millones de dólares.

“Las empresas involucradas deberían pensárselo dos veces y reflexionar detenidamente sobre qué postura adoptar y de qué lado estar”, escribió el periódico estatal Ta Kung Pao, controlado por Pekín, en un editorial publicado el jueves pasado y posteriormente compartido por algunas agencias gubernamentales. China utiliza con frecuencia artículos de opinión de sus medios estatales para expresar su postura sobre temas clave. El periódico acusó a Estados Unidos de emplear “medios despreciables como la coerción, la presión y la inducción” y afirmó que el acuerdo amenazaba la principal ruta comercial de China con América Latina y el Caribe.

Los comentarios fueron especialmente llamativos, ya que resulta difícil imaginar que un acuerdo de tal magnitud se hubiera anunciado públicamente sin el visto bueno previo de Pekín. Pero ese parece ser el caso, ya que The Wall Street Journal informó el martes que el líder chino Xi Jinping estaba molesto por el plan y por el hecho de que CK Hutchison no solicitara permiso previo. Xi consideraba los puertos de Panamá una moneda de cambio clave en las negociaciones en curso con la administración Trump, mientras ambos gobiernos intentan resolver una serie de asuntos espinosos, incluidos los aranceles, según el informe.

Estados Unidos, por su parte, lleva tiempo argumentando que la creciente influencia de China en Panamá pone en riesgo sus propios intereses. El canal, construido por Estados Unidos a principios del siglo XX y cedido a Panamá en 1999, maneja aproximadamente el 6% del comercio mundial cada año, con Estados Unidos y China como sus dos principales usuarios. Trump reiteró la intención de su administración de “recuperar” el canal en un discurso a principios de este mes, y algunos informes señalan que se están explorando opciones militares. También acusó a Panamá de tratar “muy mal” a Estados Unidos al permitir el incremento de la inversión china.

Caída de las acciones

En medio del último episodio de esta disputa, las acciones de CK Hutchison—un conglomerado fundado originalmente por el multimillonario hongkonés Li Ka-shing—cayeron hasta un 8% ante el temor de que la presión política pudiera frustrar la venta, que algunos inversores consideraron excesivamente costosa en relación con los activos. Mientras tanto, se informa que China ha iniciado una revisión de seguridad de la transacción, que aún no ha sido finalizada.

El presidente panameño, José Raúl Mulino, ha defendido la soberanía del país sobre el canal, aunque las autoridades panameñas ya habían iniciado una auditoría de las concesiones originales de CK Hutchison para los puertos de Balboa y Cristóbal, en un aparente intento de calmar a Washington. Sin embargo, es poco probable que la reciente visita a Panamá de una delegación de alto nivel del Partido Comunista de China, acompañada de una oferta para “fortalecer los intercambios”, sea bien vista por las autoridades estadounidenses.

“El Canal es panameño y seguirá siendo panameño”, declaró Mulino en una publicación en X a principios de este mes. El país centroamericano administra la zona bajo tratados que establecen un estricto “régimen de neutralidad”. En otras palabras, Panamá no debería verse obligado a tomar partido, aunque mantenerse al margen parece cada vez más imposible ante la creciente presión tanto de China como de Estados Unidos.

Un Diálogo Meliano

Orlando Pérez, profesor de la Universidad del Norte de Texas en Dallas, y Gabriel Marcella, miembro de la Escuela de Guerra del Ejército de los Estados Unidos, analizaron en un ensayo reciente el delicado equilibrio que enfrenta Panamá. Aun así, sostienen que el país probablemente tenga más que ganar manteniendo relaciones sólidas con Estados Unidos.

“La realidad geopolítica en la Ciudad de Panamá es que la alianza entre Estados Unidos y Panamá es mucho más valiosa que las operaciones portuarias chinas”, escribieron, destacando el “vínculo único” entre ambos países, caracterizado por “numerosas ciudadanías duales y una población cosmopolita” tras un siglo de presencia estadounidense. Sin embargo, también sugieren que Estados Unidos, a pesar de su discurso inflexible sobre la ley del más fuerte, podría beneficiarse más si adoptara un enfoque equilibrado, “protegiendo sus intereses nacionales y respetando la soberanía de aliados clave”.

“En definitiva, mantener relaciones sólidas entre Estados Unidos y Panamá es mucho más valioso que las posturas agresivas de los atenienses modernos”, añadieron los autores. Se referían al famoso Diálogo Meliano, que detalla los fallidos intentos de la pequeña isla de Melos por mantenerse neutral en la Guerra del Peloponeso entre Atenas y Esparta, hace casi 2.500 años, en su lucha por la hegemonía del mundo griego antiguo.

Ahora es Panamá quien enfrenta su propia disyuntiva meliana al intentar mantener la neutralidad en un realineamiento global mucho más amplio, con dos potencias mundiales en juego. La historia antigua es uno de los ejemplos más célebres del choque entre el realismo político y el idealismo: aunque Atenas tomó y conquistó Melos, terminó perdiendo la guerra contra Esparta y nunca recuperó su antigua gloria.