Un fondo soberano podría tener poco sentido para Estados Unidos

La propuesta de Donald Trump de crear un fondo soberano en Estados Unidos puede ser una solución en busca de un problema.
El capital de los fondos soberanos generalmente proviene de activos que generan ingresos para los gobiernos, como el petróleo en Arabia Saudita y Noruega, y diversas materias primas en Malasia.
Pero Estados Unidos tiene un enorme déficit presupuestario de 1,8 billones de dólares, por lo que no cuenta con excedentes de efectivo para destinar a un fondo. Esto significa que el gobierno tendría que pedir dinero prestado para financiar el fondo soberano.
El fondo soberano de Arabia Saudita es el Fondo de Inversión Pública; el de Noruega, el Fondo de Pensiones del Gobierno de Noruega; y el de Malasia, Khazanah Nasional Berhad (National Treasure Ltd). China, por su parte, tiene el China Investment Corp.
En cuanto a Estados Unidos, la idea de que un gobierno participe en inversiones apalancadas —que es lo que haría un fondo soberano estadounidense— parece bastante dudosa. Podría no terminar bien. De hecho, la inversión apalancada en el sector privado a menudo sale mal. Fue, en gran medida, lo que llevó a la Gran Crisis Financiera de 2007-09.
Si un fondo soberano de EE. UU. realizara inversiones fallidas, podría verse obligado a incumplir los préstamos que tomó para financiar su capital. Los impagos de deuda por parte de los gobiernos rara vez son positivos para la economía y el sistema financiero de un país.
Ejemplos de Arabia Saudita y Malasia
Algunos fondos soberanos incurren en prácticas de favoritismo, invirtiendo en aliados de los líderes del país o concediendo préstamos con fines políticos. Hace unos 15 años, el primer ministro de Malasia y sus allegados saquearon el fondo soberano del país (entonces llamado 1MDB) por una suma de miles de millones de dólares.
Mientras tanto, Arabia Saudita ha invertido miles de millones de dólares en deportes, incluida la liga de golf LIV. Los críticos sostienen que estas inversiones son un caso de sportswashing, un intento del gobierno saudí de desviar la atención mundial hacia el deporte y alejarla de su historial en materia de derechos humanos.
Por lo tanto, un fondo soberano estadounidense podría fácilmente meterse en problemas si pidiera dinero prestado y luego lo invirtiera con fines distintos a la obtención de rentabilidad financiera.
Una orden ejecutiva de la Casa Blanca que propone el fondo (que debe ser aprobado por el Congreso) afirma que “promoverá la sostenibilidad fiscal, establecerá la seguridad económica para las generaciones futuras y fomentará el liderazgo económico y estratégico de Estados Unidos a nivel internacional”.
Sin embargo, según un editorial del Wall Street Journal, “lo más probable es que tome recursos de la economía privada, financie proyectos políticos ineficaces y entorpezca las decisiones comerciales de las empresas privadas”.