La prima de riesgo de las acciones se vuelve negativa, pero no garantiza debilidad en la bolsa

La opinión generalizada es que el rendimiento de las ganancias corporativas debería ser, en general, más alto que el rendimiento de los bonos del Tesoro a 10 años.
Ese no es el caso en este momento, y podría tener implicaciones negativas para las acciones. Sin embargo, no está claro que esta premisa sea correcta en primer lugar.
El rendimiento de las ganancias es el inverso de la relación precio-ganancias, es decir, las ganancias divididas por el precio. La diferencia entre el rendimiento de las ganancias del S&P 500 y el rendimiento de los bonos del Tesoro a 10 años equivale a lo que a veces se conoce como la “prima de riesgo de las acciones”.
Esta prima representa la recompensa que los inversores exigen por asumir el riesgo de invertir en acciones en lugar de optar por los seguros bonos del Tesoro. Un alto rendimiento de las ganancias significa que los compradores de acciones están pagando relativamente poco por cada dólar de ganancias. Por lo tanto, se considera que una prima alta indica que las acciones son atractivas en comparación con los bonos.
La prima de riesgo de las acciones acaba de volverse negativa por primera vez desde 2010, un año después de la gran crisis financiera. Al 24 de enero, el rendimiento de las ganancias se situaba en el 4,5%, frente al 4,63% del rendimiento de los bonos del Tesoro a 10 años. Eso dejó la prima de riesgo de las acciones en -0,13%.
El bajo rendimiento de las ganancias es consecuencia del fuerte repunte de los precios de las acciones (el denominador del ratio rendimiento de las ganancias) en los últimos cinco años.

Implicaciones de una prima de riesgo negativa
El análisis convencional sugiere que una prima de riesgo negativa es una mala señal para las acciones, ya que indicaría que están sobrevaloradas en comparación con los bonos. Sin embargo, en este momento, los inversores siguen apostando por las acciones, y el S&P 500 alcanzó un máximo histórico la semana pasada.
Es posible que las acciones estén sobrevaloradas. La relación precio-beneficio del S&P 500 se situó en 22,2 el 24 de enero, muy por encima del promedio de cinco años de 19,7 y del promedio de 10 años de 18,2.
No obstante, una prima de riesgo negativa no es una prueba concluyente. Entre 1981 y 2009, la prima fue negativa, pero el S&P 500 subió en 22 de esos 29 años.
Todo esto demuestra que es extremadamente difícil, si no imposible, establecer reglas infalibles que predigan la dirección del mercado de acciones. Una basada en los niveles de la prima de riesgo de las acciones claramente no es suficiente.