América Latina sopesa su papel en el nuevo orden comercial de EE. UU.

por
Latam

El anuncio de la semana pasada de que Estados Unidos adoptaría un régimen de “aranceles recíprocos” provocó un desplome en los mercados globales, pero tras el caos se escondía un rayo de esperanza —o incluso una oportunidad estratégica— para América Latina: el gobierno del presidente Donald Trump considera a la región un beneficiario clave del restablecimiento económico que intenta implementar.

“Hoy es un gran día para Estados Unidos, y un gran día para las Américas”, declaró Mauricio Claver-Carone, enviado especial de EE. UU. para América Latina, en una conferencia en Miami, apenas un día después del anuncio inicial de las medidas, el 2 de abril. Señaló que solo tres países del continente —Venezuela, Nicaragua y Guyana— habían recibido aranceles adicionales al arancel base del 10 % que se aplica a todas las importaciones, y afirmó que eso daría una ventaja frente a otras economías emergentes como las del Sudeste Asiático.

“América Latina siempre ha sido la rezagada entre los mercados emergentes”, afirmó Claver-Carone. “Hoy, si eres un inversionista en mercados emergentes, piensas: ‘Oye, quizá ahí es donde debería enfocarme’”. El principal diplomático para la región añadió que el enfoque prioritario de la administración era la reindustrialización de EE. UU., lo que convertiría a todo el continente americano en un “ganador”.

De hecho, mientras los inversionistas de todo el mundo se centraban en los altos aranceles aplicados a potencias fabriles como Bangladés (37 %), Camboya (49 %) y Vietnam (46 %) —todos ellos convertidos en los últimos años en geografías clave para los fabricantes que buscan cubrirse ante el riesgo de una ofensiva contra China—, los líderes latinoamericanos se apresuraron a aprovechar la coyuntura y activar oportunidades para acercar las cadenas de suministro estadounidenses a la región.

Nuevas negociaciones comerciales

Como era de esperar, el presidente argentino Javier Milei, un fiel aliado de Trump, no tardó en viajar a Florida, donde declaró ante una multitud en Mar-a-Lago que busca un acuerdo comercial más amplio con Estados Unidos. Pero los comentarios más interesantes sobre los nuevos aranceles provinieron de un líder en el otro extremo del espectro ideológico, que ha chocado frecuentemente con la administración Trump: el presidente colombiano Gustavo Petro.

“Latinoamérica, incluida Colombia, se benefician con la política de Trump sobre aranceles, en primera instancia… si podemos producir esos bienes más baratos, es hora de exportar allí”, escribió Petro en una publicación nocturna en X, y añadió que las empresas colombianas deberían aprovechar la coyuntura y centrarse en las exportaciones agrícolas e industriales. También instó al banco central del país a reducir las tasas de interés para que pueda construirse rápidamente nueva capacidad exportadora.

“Al tomar Trump la decisión de emitir aranceles por área geográfica y no por tipo de producto, nos permite mejorar posiciones competitivas a escala latinoamericana y Colombia ganaría”, continuó Petro. “Es el momento de montar un cambio de matriz exportadora hacia mayores niveles de generación de valor agregado”.

En otras partes del continente, Bernardo Arévalo, presidente de centroizquierda de Guatemala, afirmó que el país centroamericano ya sostiene nuevas negociaciones comerciales con Estados Unidos. “Hago un llamado para que, en este nuevo momento, actuemos con calma, con tranquilidad, y con la confianza de que este desafío se puede convertir en una oportunidad para nuestro país”, declaró en una conferencia de prensa el lunes. Incluso la presidenta mexicana, Claudia Sheinbaum, se apresuró a elogiar que las últimas medidas arancelarias de Estados Unidos hayan dejado al país vecino al margen de nuevos aumentos, otorgándole “una condición preferencial” en comparación con otros. El presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, también ha adoptado una postura algo mesurada, y algunos predicen que el gigante sudamericano podría ser uno de los mayores beneficiarios del nuevo statu quo.

Si bien a nadie le gustan los aranceles —ni siquiera los del 10 %, que son el nivel más bajo—, los líderes regionales de todo el espectro político parecen coincidir en que podría haber una oportunidad más allá de la tormenta. Quizás la postura más escéptica hasta ahora haya venido del presidente chileno Gabriel Boric, quien dijo que el país respondería a la “guerra arancelaria desatada” con la formación de un comité de alto nivel para su estrategia de minerales críticos, en el marco de una política de diversificación de mercados que incluye acuerdos y conversaciones con la Unión Europea, India y Brasil.

Los mercados se mantienen firmes

En medio de la ola de ventas generalizada que ha recortado un 7 % al S&P 500 en el último mes, el índice S&P Latin America 40 solo ha caído un 2,3 % en el mismo período. El índice Bovespa (BOVA11) de Brasil, por su parte, ha subido un 1,7 %. Quizás lo mejor para las economías de la región sea que Estados Unidos mantiene superávits comerciales con la mayoría de ellas, lo que significa que, en teoría, podrían aumentar considerablemente sus exportaciones sin atraer el mismo tipo de escrutinio por déficit que ha recaído sobre pesos pesados como Francia, Alemania, India y Japón.

“Reorientémoslo a favor de todos ustedes, los estadounidenses, pongamos a Estados Unidos primero, y a las Américas como un beneficio secundario”, dijo Claver-Carone a la audiencia de Miami la semana pasada, al hablar sobre la visión de la administración para un orden global renovado. “Y con el resto del mundo: o se juega limpio, o no se juega”.

Los gobiernos de todo el continente parecen haber recibido el mensaje alto y claro, y sus respuestas mesuradas y prudentes han generado una uniformidad poco común en una región típicamente fragmentada. Los inversores, por supuesto, necesitarán certidumbre política antes de comprometerse con proyectos de gran envergadura, y también está por verse si Estados Unidos estará dispuesto a asumir el rol de financiador principal de obras de infraestructura. Como dice el viejo refrán, las acciones hablan más que las palabras. Si Estados Unidos realmente quiere integrar al resto de América en su fiesta de “America First”, deberá hacer mucho más que enviar una invitación vistosa.