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Todos tenemos un Everest

por
Enmanuel Cardozo
Equipo de Comunicación de Producto de Quantfury
Everyone has their own Everest (1)

Han pasado más de diez años desde que fui por primera vez de excursión con unos amigos al pico más alto en la cordillera de la Costa de Venezuela: el Pico Naiguatá. Fue una dura travesía de 12 horas hasta la cima, a 2.765 metros de altura, sobrecargado de equipo innecesario que nunca salió de la mochila, pero esto es habitual entre los principiantes y una lección que nunca se olvida.

Con el tiempo, se convirtió en un ritual de fin de semana explorar los senderos con amigos, ya que la montaña se encontraba a plena vista, sobre mirando Caracas de punta a punta, atrayendo a personas de todas las edades y orígenes, pero que compartían el mismo espíritu por la naturaleza. Alrededor de este momento, empecé a tomar fotografías de viajes similares y, en el proceso, descubrí una comunidad apasionada por las montañas y la escalada en roca durante un concurso de fotografía y cine que se celebraba anualmente llamado Festival Ascenso

Se trataba de un formato similar, aunque más pequeño, al Festival de Cine de Montaña BANFF, que cuenta con mayor renombre internacional, celebrando el encuentro entre el hombre y la naturaleza, fomentando el aprecio por los sitios montañosos del mundo a través de la creación de oportunidades para que individuos compartan y encuentren inspiración en la naturaleza.

Aquí es donde oí por primera vez sobre las condiciones imperdonables de las montañas como el Kilimanjaro o el K2 en Pakistán. Aun así, ninguna tiene una reputación más destacada que el Everest, con sus 8849m de picos nevados cubiertos de blanco, especialmente la cara norte del Everest. 

Uno de mis autores favoritos, Jon Krakauer, expresó en su libro Into Thin Air: «Rápidamente, llegué a comprender que escalar el Everest consistía sobre todo en soportar el dolor. Y al someternos semana tras semana al trabajo, el cansancio y el sufrimiento, me di cuenta de que la mayoría de nosotros probablemente buscábamos, por encima de todo, algo parecido a un estado de gracia.»

La cara norte de la montaña es más empinada y más difícil de escalar que la cara sur, ya que el ascenso final se realiza a lo largo de una cresta que forma la frontera entre Nepal y el Tíbet. Por ello, la marca The North Face, cuyo lema es «Nunca dejes de explorar», debe su nombre a la cara más difícil del Everest.

Doug Tompkins, un escalador novato, utilizó su dinero para iniciar una revolución en 1966. Doug y Susie Tompkins fundaron The North Face en 1966 como un pequeño negocio de venta por correspondencia. Con solo $5000 dólares, la pareja empezó vendiendo equipo de campamento y escalada de alta calidad, y montaron una tienda en San Francisco con un cartel que decía «Especialistas en montañismo». La pareja vendió la tienda por $50.000 dólares dos años más tarde, y finalmente fue adquirida por VF Corp (NYSE: VFC) por $25 millones de dólares en el año 2000.

Desde su fundación, la marca The North Face se ha centrado en la producción de los mejores equipos y prendas de montañismo para atletas y aventureros modernos, promoviendo la protección de los espacios exteriores e inspirando un movimiento mundial. VF Corp (NYSE: VFC) es propietaria de diversas marcas, como Timberland, Vans y Supreme. Son conscientes de que el estilo, la tecnología, la comodidad y la sostenibilidad son características que atraen a los seguidores de estas marcas y son los elementos que hacen que The North Face destaque como profesionales en este campo, tanto por ser práctico como por estar a la moda.

La empresa, con más de 50 años de antigüedad, no solo se ha convertido en uno de los proveedores más reconocidos de equipo para actividades al aire libre, sino que también ha logrado introducirse en la industria de la moda. Actualmente, sus prendas pueden verse tanto en las calles como escalando montañas.

The North Face cuenta la historia de una excursión a la cara oculta de la montaña, la cara que emociona a los aventureros y satisface su sed de ingenio y estilo. Además, es un viaje al lado indómito de la naturaleza, lo cúal conmemoran y protegen con sus líneas de diseños frescos y de alto rendimiento cada vez más responsables con el medio ambiente.

Cada acción que emprenden incorpora el elemento de sostenibilidad y aborda cada nuevo diseño con maneras de prolongar la vida útil de los productos, no solo a través de los materiales que emplean, sino también facilitando a los consumidores el reciclaje o la reparación de una prenda. Este es un componente vital del trabajo que realizan y un camino con el que se han comprometido desde el principio. Para completar esta visión de disminuir el impacto medioambiental de sus productos, la empresa se ha propuesto utilizar únicamente materiales de origen 100% sostenible para el 2025.

The North Face tiene una historia de marca muy enriquecida, no solo en términos de diseño e innovación, sino también en lo que la empresa ha representado a lo largo de los años, algo a tener en cuenta la próxima vez que veas su icónico logotipo cuando salgas a pasear por la ciudad o a hacer senderismo. 

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