Nota de mercado: La amenaza de estanflación sigue latente

El período comprendido entre finales de la década de 1970 y principios de la de 1980 se considera el peor tramo prolongado para la economía estadounidense desde la Segunda Guerra Mundial. El problema fue la estanflación: una combinación de débil crecimiento económico y alta inflación.
No fue un buen momento para los mercados financieros. Los precios de las acciones y los bonos se desplomaron, y el rendimiento del bono del Tesoro a 30 años alcanzó un máximo del 15 %. El presidente de la Reserva Federal, Paul Volcker, tuvo que implementar aumentos masivos de las tasas de interés para restablecer el orden, a costa de dos recesiones.
La situación no es tan grave ahora, pero han surgido señales de estanflación, como se señaló en Quantfury Market Insights el 26 de febrero. El último indicio de problemas llegó el viernes con el informe sobre el gasto de consumo personal (PCE). El gasto personal real aumentó solo un 0,1 % en febrero respecto a enero.
Y el índice de precios PCE, la medida de inflación preferida por la Fed, subió un 2,5 % en los 12 meses hasta febrero (2,8 % excluyendo alimentos y energía). Esta cifra supera con creces el objetivo del banco central, que es del 2 %.
Los aranceles estadounidenses son otro factor que alimenta la estanflación. Esta semana se extendieron al sector automotriz. Los aranceles generan inflación, ya que los exportadores suben sus precios para compensar los impuestos que deben pagar. Además, restringen el crecimiento al hacer que empresas y consumidores se muestren reacios a gastar.
El espectro de la estanflación ha puesto freno a las acciones, con el S&P 500 cayendo un 9 % desde su máximo histórico del 19 de febrero. Es posible que la estanflación no se agrave. Pero también es posible que los aranceles estadounidenses desemboquen en una guerra comercial que genere aún más estanflación, perjudicando a todos los mercados de capitales.
Por eso, si eres inversor, mejor andar con cautela.