Las Magníficas 7 no solo compiten, también colaboran

Seguramente sabe que siete acciones representan una parte enorme del S&P 500 y de sus recientes ganancias, pero quizá no se haya dado cuenta de lo dependientes que son entre sí.
Los Magníficos 7, como se los conoce, incluyen a Alphabet (NASDAQ: GOOGL), Amazon (NASDAQ: AMZN), Apple (NASDAQ: AAPL), Meta Platforms (NASDAQ: META), Microsoft (NASDAQ: MSFT), Nvidia (NASDAQ: NVDA) y Tesla (NASDAQ: TSLA). Representan más del 30% de la capitalización de mercado del S&P 500 y fueron responsables de más de la mitad de la ganancia del índice el año pasado.
Una caída de las siete obviamente afectaría al mercado en general, y podría bastar con que una sola de ellas cayera para que la bola empezara a rodar. Aunque se las percibe como competidoras, también están profundamente entrelazadas.
Nvidia, la mayor de todas, con una capitalización de mercado de 3 billones de dólares, obtiene casi el 50% de sus ingresos de otros miembros de los Magníficos 7, según estimó Mihir Desai, profesor de Derecho y Negocios en Harvard, en The New York Times.
Mientras tanto, Google de Alphabet pagó a Apple 20.000 millones de dólares en 2022 para seguir siendo el motor de búsqueda predeterminado en su navegador Safari. Eso representó alrededor del 20% de las ganancias de Apple en ese año fiscal. Otra conexión: Meta utiliza Amazon Web Services para sus servicios en la nube y sus operaciones de inteligencia artificial.
Un problema global con antecedentes en EE. UU.
Las interconexiones entre empresas son una realidad en todo el mundo. En muchos países, como Corea y Japón, las grandes compañías poseen participaciones entre sí. En EE. UU., aprendimos sobre la interconexión del sector financiero en 2008.
Cuando Lehman Brothers se hundió ese año, las instituciones financieras que eran sus contrapartes en transacciones casi colapsaron con él. Eso incluía prácticamente a todos los principales bancos comerciales y de inversión, así como a algunas aseguradoras. Se necesitaron rescates gubernamentales masivos para evitar el colapso. Como era de esperarse, sus acciones se desplomaron y arrastraron consigo al resto del mercado.
En 2000, el año del desplome de las acciones tecnológicas, muchas de las empresas que habían impulsado el mercado al alza tenían vínculos estrechos entre sí. Por ejemplo, muchas compañías tecnológicas dependían de los servicios de Cisco (NASDAQ: CSCO), Microsoft y Oracle (NYSE: ORCL). Como resultado, se hundieron unas a otras, lo que llevó al S&P 500 a registrar tres años consecutivos de caídas.
El mismo riesgo está presente ahora. Podría ser un caso de “juntos subimos, juntos caemos”.