El estatus de moneda de reserva del dólar permite una montaña de deuda

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Es la fortaleza económica de un país la que convierte su moneda en la principal moneda de reserva mundial.

Así ocurrió con el dólar de plata español entre los siglos XVI y XIX. También con la libra esterlina en la segunda mitad del siglo XIX, cuando el Reino Unido se destacó como la principal economía global. Y ha sido así con el dólar desde la década de 1940, cuando la economía estadounidense inició su era de dominio.

Pero la posición privilegiada de una moneda puede derivar en un endeudamiento y un gasto excesivos, al fomentar que los inversores financien esos desequilibrios. El estatus exaltado del dólar ha llevado a que inversores de todo el mundo proporcionen liquidez al gobierno, el sistema bancario y los mercados de capital de Estados Unidos, convirtiéndolo en el gran prestatario global.

Por ejemplo, la primacía del dólar ayudó a convertir los bonos del Tesoro en el principal activo refugio durante los últimos 50 años. Y eso facilitó un endeudamiento público desmedido. Toda esa deuda ha hecho que el pasivo del gobierno federal se dispare hasta los 36,2 billones de dólares, es decir, un abultado 121% del PIB, de los cuales 8,8 billones están en manos extranjeras.

La inversión extranjera también ha inflado los balances de los bancos, lo que ha incentivado préstamos más arriesgados. Parte de esos préstamos masivos ha ido a parar a empresas, que en muchos casos han tomado decisiones de gasto imprudentes.

La carga total de deuda del país podría representar hoy la mayor amenaza para la salud de su economía. Y gran parte de esa deuda tiene su origen en la primacía del dólar.

De una economía fuerte a una economía vulnerable

La condición de moneda de reserva nace de una economía fuerte, pero ese mismo privilegio puede debilitarla con el tiempo.

En el caso del Reino Unido, la historia fue algo distinta. El país tuvo que endeudarse masivamente para financiar su participación en las dos guerras mundiales. Esa deuda, sumada a la devastación económica de la Segunda Guerra Mundial, terminó por destronar a la libra como principal moneda de reserva global.

Antes de la libra, el dólar de plata español se convirtió en la primera moneda de reserva verdaderamente global, gracias a las enormes reservas de plata extraídas en Hispanoamérica.

Hacia un sistema multipolar

Hoy en día, muchos expertos consideran que el desmantelamiento del sistema comercial global —impulsado en parte por Estados Unidos— podría erosionar el estatus del dólar. Podríamos encaminarnos hacia un sistema multipolar de monedas de reserva, en el que naciones, empresas e inversores usen no solo el dólar, sino también el euro, el yen u otras divisas, tanto para el comercio como para reservas de bancos centrales e inversiones.

Si eso llega a ocurrir, podría terminar beneficiando a Estados Unidos. Un estatus de moneda de reserva debilitado implicaría que los inversores globales estarían menos dispuestos a financiar al gobierno estadounidense, su sistema bancario y sus mercados de capitales. Eso podría forzar a Estados Unidos a moderar su apetito por el endeudamiento.

En cualquier caso, la montaña de deuda acumulada al abrigo del dominio del dólar debería tomarse como una advertencia. Una advertencia para todos aquellos países que sueñan con ver su moneda en la cima del sistema financiero global.