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La música y la descentralización

por
Miguel F Colaborador
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Me gustaría contarles una historia de una época en que no existían las redes sociales y los servicios de streaming. Apenas estábamos experimentando la llegada de Internet, y las comunidades se reunían en foros y canales de chat. Aquellos que crecimos en los ‘80 y los ‘90 habíamos sido engañados. Nos habían convencido que al llegar el año 2000 habría autos voladores, viajes a marte y armas láser. Pero nada de eso ocurrió, y para colmo se especulaba que las computadoras podían reaccionar de forma errónea, por no poseer el código necesario para actualizar el calendario más allá de 1999.

Pero de todas formas aquellos que estábamos relacionados con el mundo tecnológico nos encontrábamos más entusiastas que nunca. Estábamos extasiados con Internet. Era algo nuevo, disruptivo y abría las puertas para crear y compartir todo tipo de contenido o, mejor dicho, solo algunos contenidos, ya que en esa época era impensado compartir un CD de música completo, e incluso era muy difícil compartir un solo tema.

Por suerte, desde hacía unos años el científico alemán Karlheinz Brandenburg estaba experimentando con una tecnología de compresión de audio que dió como resultado la llegada del formato MP3. Ésta nueva tecnología lograba reducir el tamaño de un archivo de audio unas 11 veces, y nos brindaba la oportunidad de comprimir nuestros CDs y almacenarlos en nuestro disco duro.

A pesar que aún seguía siendo difícil compartir audio a través de la Web, se abrió un nuevo mundo para los amantes de la música con el surgimiento de la primera plataforma P2P masiva: Napster. En 1999 un pequeño grupo de programadores liderados por Sean Parker y Shawn Fanning llevaron a cabo un proyecto que sonaba alocado: diseñaron una plataforma que permitiera compartir temas musicales en MP3 directamente entre usuarios. 

Para mediados del año 1999 ya estaba disponible Napster, y yo sentía que tenía el mundo a mis pies. Buscaba un tema musical y podía descargarlo en minutos. Mi PC comenzó a sufrir más desgaste que nunca, ya que pasaba noches enteras encendida, descargando contenido. La mayoría de los usuarios de Napster éramos jóvenes experimentando con nuevas tecnologías, y ni siquiera habíamos contemplado el concepto de la “piratería”. Si estaba compartido en Internet, éramos libres de descargarlo, eso era lo que creíamos, pero nuestra ingenuidad provocaría un escándalo.

En el año 2000, Paramount (NASDAQ: PARA) desembolsaba USD $125 millones en la producción de la película Misión imposible 2. Los amantes de la música no podíamos esperar para escuchar la banda de sonido, que ya incluía artistas de renombre como Metallica, Limp Bizkit y Foo Fighters. Nuestras ansias se toparon con el tema “I Disappear” de Metallica, especialmente compuesto para la película. Lo llamativo es que el tema aún no había sido presentado oficialmente, y para colmo el estudio no había terminado de remasterizarlo, pero ya sonaba en las radios.

Los integrantes de Metallica y su productora Warner Music (NASDAQ: WMG) estaban conmocionados. Era evidente que el tema había sido filtrado, pero, ¿cómo había llegado a todo el mundo tan rápidamente? Fue Napster. Bastó que alguien filtrara el tema para que en cuestión de días millones de personas lo estuvieran compartiendo. Warner Music (NASDAQ: WMG) junto a otras bandas y discográficas que se sentían afectadas demandaron a los creadores de la plataforma. Napster era un servicio para compartir archivos, pero ¿era responsable por el contenido que compartían sus usuarios?

El fallo definitivo produjo el cierre de Napster y el pago de la indemnización a los afectados. Pero la semilla estaba plantada, y ya habían aparecido al menos una decena de plataformas que tomaban el concepto de Napster. De ahí en más, la marca Napster fue mutando y pasando por varias manos. En 2008 fue adquirida por la cadena de tiendas Best Buy (NYSE: BBY) y luego se fusionó con Rhapsody.

Lo cierto es que las compañías discográficas comenzaron a tambalear y debieron adaptarse para no ser arrolladas por la evolución tecnológica. Cuando los números de Warner Music (NASDAQ: WMG) se encontraban en rojo, encomendó a Goldman Sachs Group (NYSE: GS) la tarea de encontrar posibles compradores. Irónicamente el creador de Napster Sean Parker, actual accionista de Spotify (NYSE: SPOT) se mostró interesado en la adquisición pero su oferta fue rechazada.

Y así fue la turbulenta llegada de la tecnología P2P. Al día de hoy, cada vez que hablo de descentralización, no puedo evitar recordar ese sticker del logo de Napster (un gato azul con auriculares) que decoraba mi computadora, esas noches de desvelo buscando CDs a los que antiguamente pensaba que nunca iba a poder acceder, mientras el chat de la plataforma me permitía conocer gente con mi misma afición por la música, lo que me impulsaba a conocer más bandas y géneros que alimentaban mi melomanía, que perdura a lo largo de los años.

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