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A la caza del futuro de las NFT

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En la edición de esta semana acerca de lo raro que se ha hecho en NFT, permítanme presentarles la primera caza virtual de Afikoman.

Así es, la tradición de Pascua de esconder el Afikoman se convirtió en un NFT en una subasta benéfica celebrada en San Francisco. Donado por un artista digital que responde al nombre de fnnch (pronunciado «finch»), el NFT se vendió por 4.200 dólares.

Siguiendo la tradición del Seder, el comprador solo recibió la mitad de la matzá. Tuvieron que seguir algunas pistas digitales para encontrar la pieza oculta en algún lugar de Internet. Era una especie de búsqueda del tesoro virtual.

Todo fue muy divertido y por una buena causa. Queda por ver si el Afikoman virtual aumentará de valor y resultará una buena inversión para el comprador, pero quizá no sea esa la cuestión. Aunque la mayor parte de lo que pasa alrededor de las NFT ahora mismo se basa casi por completo en la especulación, lo que pueda significar en un signo de que el espacio está madurando.

Ya hemos escrito antes sobre la necesidad de que haya un valor tangible, si no físico, para los compradores si la moda de las NFT va a superar la fase de moda y convertirse en una inversión legítima a la que la gente seria preste atención. Creo que el jurado no está seguro de que eso ocurra.

Para los que tienen la esperanza de que el arte de las NFT siga siendo parte normal de la sociedad en el futuro, esta subasta y venta tiene que verse como un acontecimiento positivo. Demuestra que las NFT tienen una posibilidad en el mundo de la beneficencia y eso, a su vez, las legitima a los ojos de quienes podrían ser escépticos de otro modo.

El valor del Afikoman aquí es doble.

En primer lugar, conecta el mundo digital con una tradición centenaria y la comunidad que la valora. El espacio digital no consiste en desconectarnos del «mundo real» o de nuestras comunidades, sino que debe potenciar esas conexiones, haciéndolas más fuertes y modernas.

Un NFT puede parecer incomprensible para una generación mayor, pero los buscadores de Afikoman lo entienden. El comprador estaba continuando una tradición que les conecta con su pasado. Ese acto refuerza ese pasado y ayuda a garantizar su continuidad en una nueva generación digital.

Eso le tiene mucho que gustar a Bubbie y Zayde.

El segundo valor es que fue divertido. Así de simple.

La diversión y el entretenimiento son un valor en sí mismos y una mercancía que se comercializa desde hace mucho tiempo en diversas formas.

Nadie espera que el valor de las entradas para el concierto de Elton John aumente después de que el concierto haya terminado. No, no pagaron mucho dinero por ellas como una inversión, sino por una experiencia que recordarían y apreciarían durante años.

La compra del NFT del Afikoman debe considerarse de la misma manera. ¿Vale 4.200 dólares para todo el mundo? No, pero sólo importa que valga tanto para la persona que lo compra.

Todavía hay muchos interrogantes sobre la forma que adoptarán las NFT en un futuro próximo y lejano, pero mientras haya gente que busque nuevas formas de utilizarlas, como hemos visto aquí, parece probable que encuentren su lugar en la sociedad más pronto que tarde.

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