Gaceta de Quantfury
Deja que la máquina hable
Nos gusta pensar que nos diferenciamos de los animales porque podemos hablar. Pero puede que nos llevemos un susto si no somos capaces de distinguir entre una máquina y un escritor humano.
Existen y se están desarrollando varios modelos de código abierto para simular la escritura humana, el resumen y el aprendizaje del lenguaje natural. En algunos casos, estas herramientas todavía están dando sus primeros pasos. Aun así, los chatbots experimentales se han vuelto cada vez más extraños en las últimas dos décadas.
Además de chatear con nosotros, los humanos, y aprender patrones sencillos, ¿cómo hacen estos algoritmos de aprendizaje del lenguaje? Un ejemplo es rastreando en Internet y el uso de probabilidades para predecir lo que tiene sentido decir en un contexto concreto. Se puede comparar en la forma como aprendemos un idioma cuando somos niños: por repetición e inmersión.
Las funciones esenciales de estos algoritmos son generar textos basados en una idea determinada, seguir instrucciones precisas sobre qué texto generar y generar resúmenes y diálogos.
Lo anterior abrió de inmediato las posibilidades comerciales para todo lo que requiera la lectura de miles de documentos. Por ejemplo, DocuSign (NASDAQ: DOCU) aprovechó esta oportunidad para el análisis de contratos asistido por Inteligencia Artificial. Esto suena aburrido sobre el papel, pero está bien porque probablemente no querrás tener un abogado robot.
Otra capacidad crítica para los escritores automáticos es seguir procesos creativos, como la escritura de guiones. Por ejemplo, OpenAI tiene un modelo de lenguaje. Puede tomar el inicio de una conversación y continuar esa conversación y crear diálogos originales. Mezclado con la creatividad de guionistas con talento, ¿podría ser una nueva forma de avanzar en la creación de historias de una forma totalmente única? De hecho, ayudaría cuando el escritor se siente bloqueado.
Imagina un estudio de cine independiente que tuviera personajes creados gracias a las máquinas. Tras ser alimentados con todas las obras de J. R. R. Tolkien, Jorge Luis Borges o Isaac Asimov, los resultados podrían ser imprevisibles e intrigantes.
Aunque pueda parecer que no hay nada nuevo bajo el sol, la realidad nos demuestra que todavía hay un amplio margen de expansión para la creatividad humana. A veces se trata de conseguir un tipo de entrada y salida diferente.
Ya sea en textos imaginativos o jurídicos, todas las creaciones anteriores acabarán siendo una inspiración para los autores futuros, o tal vez se pierdan en medio del tiempo. Las máquinas pueden ser una herramienta que ayude a preservar y reiterar todo ese contenido, simplemente utilizándolo como fuente de aprendizaje.
Por otro lado, no debemos dejar que las máquinas hagan a la escritura lo que las calculadoras han hecho a nuestra aritmética mental. Es fácil caer en la complacencia cuando la máquina puede hacer todo el pensamiento y el cálculo. Afortunadamente, al menos por ahora, no tendré que terminar este artículo con este giro argumental: ¡Fue una máquina la que ha escrito este artículo!
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