Gaceta de Quantfury
Las criptos como antídoto para la inflación
Al igual que las plantas en el desierto desarrollaron espinas para retener agua y adaptarse a un ambiente hostil, los humanos fuimos desarrollando anticuerpos para soportar más inflación. El libro “4000 años de controles de precios y salarios” de Robert Schuettinger es una buena síntesis de que la inflación no es un problema contemporáneo, siempre estuvo presente desde que existe el dinero.
Más cerca de donde nos encontramos, a comienzos de la década del 70’, la inflación fue de dos dígitos en casi todos los países del mundo. Pero eso cambió en los años subsiguientes luego de que subas de tasas de interés generalizadas que enfriaron la mayoría de las economías del globo, generando una recesión mundial prolongada y caídas en la gran mayoría de los mercados bursátiles.
Por nuestro lado, en los años 80, los países emergentes tuvieron crisis de deuda por las mayores tasas de interés, luego hiperinflaciones por emitir dinero para pagar esas mayores deudas, y después recesiones tanto o más profundas que los países desarrollados al no poder seguir emitiendo dinero y, finalmente, verse forzados a arreglar las cuentas por las malas.
¿Aquella situación parece conocida? ¿Estamos hoy comenzando un nuevo ciclo? La inflación hoy es menor a la hace 50 años, pero el miedo está latente. Quedémonos acá y nos centremos en los países emergentes, particularmente en Latinoamérica. Los casos de Ecuador y El Salvador son un ejemplo de que la dolarización es un buen antídoto a la inflación, pero ¿Qué pasa si el dólar también pierde su valor? ¿Cómo se protege uno de una inflación internacional de casi 10%? Veamos también que está sucediendo actualmente en los países con mayor inflación y que pueden enseñarnos.
Si hay personas que saben de inflación, esos son los argentinos: en los últimos 60 años, la moneda cambió de nombre cinco veces con la excusa de “quitarle ceros”. Así, un peso actual equivale a 10.000.000.000.000 de la primera moneda argentina (el peso moneda nacional) vigente hasta 1969. Los trece ceros quitados a la moneda, en forma muy simplificada, grafican la pérdida de valor que ocasionaron años y años de inflación generalizada, que hoy, nuevamente, está camino a ser del 100% anual (los precios se duplican cada 12 meses).
Si alguien tiene el placer de visitar Buenos Aires (o cualquier ciudad argentina) se sorprenderá al ver innumerables publicidades sobre criptomonedas, el ecosistema Fintech y la nueva economía digital. Este no tan nuevo paradigma comprendió muy bien las necesidades de los usuarios y el desarrollo alrededor del entorno cripto fue acelerado y muy bien recibido. No es casualidad que los países con mayor inflación muestren una mayor aceptación de activos digitales, donde la adopción de las criptomonedas y las finanzas descentralizadas son una pieza clave.
Hablemos de dinero y billetes. Usualmente, se dice que el dinero debe cumplir tres propiedades: Medio de cambio y pago, por lo que debe ser aceptado cotidianamente en las transacciones; Unidad de medida, es decir, que los precios de bienes y servicios se miden y expresan en función del dinero aceptado; y por último, Depósito de valor, que le requiere al dinero mantener su valor con el paso del tiempo.
La inflación impide que el dinero tradicional sea refugio de valor: un billete mañana comprará menos bienes y servicios que un billete hoy. Aquí es donde aparecen, particularmente, las stablecoins (como USDT, USDC o DAI) que tienen como objetivo proporcionar seguridad y evitar la volatilidad de las cripto tradicionales como BTC y ETH, y que se volvieron un sustituto común de las monedas fiat tradicionales, con el bonus de que la mayoría de ellas devengan un interés lo que protege, al menos parcialmente, a los inversores de los efectos de la inflación internacional.
Esto puede verse muy claro a través del ratio entre la capitalización del mercado de stablecoins y la capitalización del mercado de BTC, que mide la proporción de valor de todas las stablecoins relativo al valor de todos los BTC. Este ratio alcanzó un nuevo ATH a finales de septiembre en torno al 40%, lo que deja dos conclusiones: En primer lugar, las stablecoins lograron convencer a los inversores y colaboraron enormemente a la adopción de cripto; en segundo lugar, el BTC tiene un 40% de su capitalización bursátil esperando un nuevo ciclo de rotación desde stablecoins a las cripto tradicionales.
¿Hay valor en este mercado? La respuesta es un rotundo sí. En Argentina, como en otros tantos países, las criptomonedas hoy están cumpliendo la misión de refugio de valor (y también como medio de pago) que el dinero no logra cumplir. Las stablecoins aparecieron para llevarle descentralización, transparencia y soberanía a aquellos que no quieren arriesgarse a la volatilidad, junto con una protección acotada, pero adecuada, contra la inflación.
El siguiente paso para la aceptación de las criptomonedas debería ser que funcionen como unidad de medida. ¿Cuántos BTC vale un Tesla (NASDAQ: TSLA)? ¿Cuántos ETH vale una Coca-Cola (NYSE: KO)?
Recordemos lo que escribió Robert Kiyosaki en La conspiración de los ricos: “Si estás diversificado equilibradamente, cuando un activo baja, el otro sube. Pierdes dinero en un lado y lo ganas en otro, pero realmente no estás ganando terreno, sino permaneciendo estático. Mientras tanto, la inflación avanza.” Cambiar el chip lleva tiempo, pero mientras esperamos, no dejemos que la inflación erosione el valor de nuestros activos.
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