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El problema no es el FOMO

por
Juan P colaborador

Muchos influencers, analistas y presuntos gurúes del mundo cripto hablan del FOMO (fear of missing out/miedo a quedarse afuera) y el FUD (fear, uncertainty and doubt/miedo, incertidumbre y duda) como dos factores altamente «negativos» y «nocivos» a la hora de pensar nuestra estrategia de trading a largo plazo. Frente a este punto es importante separar los tantos y entender que no hay emociones negativas o positivas en el mercado. Más bien son nuestras acciones frente a tales emociones las que nos pueden llevar al éxito o fracaso como inversionistas y traders.  

Seamos sinceros, muchos (entre los que me incluyo) ingresamos al ecosistema de la blockchain por FOMO: sin saber absolutamente nada nos dejamos llevar por comentarios, rumores, charlas de café en las que todos nos decían que con Bitcoin (BTC) se podía ganar dinero mucho más rápido que con cualquier otro instrumento financiero tradicional. Ni hablar de ese momento hipnótico en que descubrimos las altcoins y sus pumps galácticos con profits que solo imaginábamos en nuestros sueños más delirantes.  

La subida brutal de finales de 2020 hizo que nuestros ojos se cristalicen y nuestras expectativas tomen un rumbo inesperado, en especial en aquellos países en los que la inflación es un flagelo permanente, con una moneda de curso legal inexistente, carente de todo valor real. Eso es lisa y llanamente FOMO. Pero ¿es realmente el FOMO un problema en sí mismo? ¿Está mal entrar en el mercado cuando todo sube y «to the moon«?  

Ciertamente no, porque la codicia es una emoción puramente humana, y por más que nos digan desde un atril inventado que se puede controlar y vivir como robots, tengo mis reparos al respecto.  

Todos queremos ganar «pasta» y eso es genuino y aceptable. Por esta razón, el problema radica en la salida, no en la entrada. Nos metemos en una posición y a los 15 minutos esperamos el tan ansiado resultado victorioso. Y así no funciona. Fallamos cuando condicionamos a lo inmediato nuestra visión de futuro, no permitiendo que construyamos una estructura sólida alrededor de un plan de trading. 

No sabemos aguantar, nos faltan «huevos» para aceptar que los procesos llevan tiempo, los de inversión y los de cualquier aspecto relevante de la vida. Siempre entramos en FOMO, el que diga que no está faltando a la verdad, porque de lo contrario se dedicaría a otra actividad en lugar de buscar ganancias con una inversión determinada, y eso es solo la primera parte de una operación, el puntapié inicial, aunque tal vez sea el punto más irrelevante.  

Lo malo viene después, cuando estamos demasiado apurados por ganar y la frustración y la impaciencia nos mueven la estantería. El FOMO nos da igual cuando estamos enfocados en una visión realista de las cosas.  

En conclusión, todo es FOMO, y está bien que así sea, pero se nos vuelve en contra si salimos mal del mercado, si no aprendemos la lección más valiosa y redituable de todas: ESPERAR. Perfeccionarse en el arte de la espera nos abrirá un camino provechoso y prometedor por delante, sin importar en qué estado actual del mercado nos encontremos.

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