Gaceta de Quantfury

🌳Medioambiente

Impacto ambiental de bitcoin

por
Miguel A colaborador

En los últimos meses, y en especial en el último año, vemos como cada cierto tiempo se cierne sobre el ecosistema cripto una nueva tormenta de FUD, relativa a la repercusión medioambiental de las criptomonedas, debido, según apuntan algunos, a su elevado consumo eléctrico. Lo gracioso de todo es que la mayor parte de las veces, estas noticias no hacen distinción, sino que engloban a todas las criptomonedas en el mismo saco. Sin destacar que este elevado consumo, lo cual es cierto en algunos casos, es inherente a proyectos basados en protocolos de consenso PoW (Proof of Work = generan bloques mediante minería), tales como Bitcoin (BTC) o Ethereum (ETH), por ejemplo. Pero esto no es todo. Esta falta de rigor informativo, les hace quedarse solo en el titular llamativo, sin entrar a analizar si lo que están diciendo tiene algún fundamento.

Uno de los ejemplos más llamativos de este tipo de ruido ocurría a mediados de 2021, cuando saltó la noticia en la que Elon Musk sorprendía al mundo al anunciar que Tesla (NASDAQ: TSLA), la prestigiosa compañía de vehículos eléctricos de la que es CEO, dejaría de aceptar pagos en Bitcoin (BTC), debido, según sus declaraciones, al elevado impacto energético que el rey de las criptomonedas suponía para el planeta. Contradiciendo los hechos y anuncios realizados solo meses atrás, cuando anunciaba justamente lo contrario, y además afirmaba haber adquirido $1.500 millones en bitcoins como activo para la compañía Tesla, de los cuales solo consta que han vendido un 10%.

Por eso, ante tanto debate energético que aparece recurrentemente en los medios, me decidí a hacer una investigación propia que te expongo a continuación:

Lo primero que hice fue averiguar el consumo real de Bitcoin (BTC). Según datos aportados por la herramienta desarrollada por la Cambridge University, para la obtención del ‘Cambridge Bitcoin Electricity Consumption Index‘, la red de Bitcoin (BTC) consume actualmente energía anual superior a la de Suecia, Malasia, y muy cercana a la de Egipto o Polonia. De hecho, desde 2019 ha pasado de suponer 64,15 TWh al año a los 149,63 TWh de consumo de 2021.

Como vemos, no podemos negar que estas cifras son enormes, pero hay que ponerlas en perspectiva: Por ejemplo, el consumo asociado a Apple (NASDAQ: AAPL) por el uso todos los iPads que existen en el mercado, podría ascender, según el estudio de Electric Power Research a 1,53 TWh al año, una cifra claramente inferior a la de Bitcoin, pero que permite establecer una buena referencia. Igualmente, el consumo de las luces de Navidad en EE. UU., que únicamente duran unas semanas, representan un consumo superior al de un año en algún pequeño país de Europa, y nunca he visto ningún artículo condenándolo. De todos modos, lo mejor es que lo importante no es el consumo, sino la huella de carbono real, tal como veremos a continuación, que es con lo que realmente se desmontan los argumentos de aquellos que intentan atacar a Bitcoin y las criptomonedas.

La huella de carbono real de Bitcoin (BTC) es un dato difícil de determinar, ya que gran parte de la minería de Bitcoin se alimenta con energía renovable. Según afirma Smart Energy, el 39% de la energía del Bitcoin es energía verde, mientras que el estudio Global Cryptoasset Benchmarking Study estima que las tres cuartas partes de la minería de criptodivisas utilizan algunas energías renovables, algo que no puede afirmar el sistema económico tradicional. Por ello podemos afirmar que Bitcoin es mucho más ecológico que el resto de la economía, ya que tiene una media del 11% de uso de energías renovables.

Pero no solo de energía verde generada ex-profeso para minar, se surten algunos proyectos basados en PoW. Recientemente, hemos visto anuncios como el de Exxon (NYSE: XOM), donde comunicaban su intención de minar bitcoin con el gas natural producido como desecho en algunas de sus explotaciones petrolíferas y que hasta ahora estaban quemando en antorchas, que lanzaban miles de toneladas de CO₂ inútil y a la atmósfera. Este nuevo sistema de ‘cogeneración’ no solo no contamina, sino que ayuda a reducir la huella de carbono de otros procesos claramente contaminantes, al tiempo que se genera riqueza y se aporta valor y seguridad a la red.

Dicho lo anterior, y como podrás deducir por mis palabras, para mi este debate sobre el impacto medioambiental y el alto consumo energético de Bitcoin es inútil. Es decir, no aporta nada, ya que cualquiera que conozca la tecnología, sabe que el consumo eléctrico de Bitcoin (BTC) es algo intrínseco a su propia manera de funcionar; un mayor consumo energético implica una mayor tasa de hash, lo que implica mayor fortaleza y seguridad para la red.

Además, los mineros de Bitcoin (BTC) son los primeros interesados en reducir el consumo energético derivado de la minería, ya que a menor coste en electricidad mayor rendimiento económico recibirán por su aporte a la red. Y por eso es fácil de entender que estos serán los primeros interesados en invertir parte de sus beneficios en sistemas de producción de energía renovable (solar, eólica, etc.) que les ayude, al menos en parte, a complementar el suministro de sus equipos de minería, con el objetivo reducir así su factura eléctrica, y conseguir, por tanto, un mejor rendimiento de sus sistemas.

Estoy de acuerdo que quizás estas acciones no las realizan con el objetivo principal de reducir el impacto de su actividad en el medio ambiente, pero aunque sea por un motivo egoísta (conseguir más beneficios), el resultado es que finalmente acaban reduciendo su huella de carbono.

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