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Crisis energética China, ¿bueno para UE?

por
David BP colaborador
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Estos días no paramos de ver en las noticias reportajes sobre la situación energética global, y sobre todo en China, donde hace semanas que se está racionando tanto el gas como la electricidad. Reflejo de ello son los índices de futuros del gas (NYMEX: NGZ21) y el petróleo (NYMEX: QMF22), marcando precios realmente altos. Esta situación de escasez está provocando que las empresas chinas, al poder fabricar solo durante una pequeña parte de la semana, tengan que subir considerablemente sus precios para poder cubrir sus costes fijos, y además, tengan plazos de entrega mucho más largos, lo que provoca retrasos importantes en la entrega de pedidos.

Y las malas noticias no se acaban ahí; el coste del transporte marítimo se ha multiplicado por diez en un año y se han reducido barcos, trayectos y frecuencias. Mientras que hace un año las empresas podían embarcar rápidamente un contenedor en China con salida en pocos días hacia Europa, ahora hay lista de espera y la mayoría de barcos no salen hasta que se completan, sin respetar fechas concretas de salida.

Pero, ¿Cómo afecta esto a Europa?

Pienso que, a corto plazo es evidente que estamos delante de la tormenta perfecta: Un proveedor que retrasa pedidos y dobla los precios, y un transporte que multiplica por diez su tarifa y que no cargará el contenedor hasta el siguiente barco disponible, que saldrá cuando esté lleno y sin fecha concreta. Trágico, ¿verdad?

¿Sin embargo, dónde está la oportunidad para Europa? Porque a primera vista creo que todo apunta a un desabastecimiento generalizado y una inflación a punto de explotar.

Muchas empresas que se habían entregado por completo al gigante asiático están (re)descubriendo los proveedores locales, donde encuentran rapidez y reactividad a unos precios que ahora mismo vuelven a ser competitivos a causa de la situación en China.

Esta reorientación de los pedidos de Asia hacia empresas locales ya está provocando que muchas pequeñas industrias tengan que ampliar plantilla y turnos de trabajo para dar respuesta al crecimiento de la demanda. Reflejo de ello son los datos de paro en los últimos meses en España, donde las cifras son bastante positivas.

Cierto es que Europa tampoco se escapa de la escasez energética o de falta de transporte (véase la crisis de camioneros en Reino Unido) pero considero que el viejo continente tiene que estar mucho más preparado para estos inconvenientes que China, que ha tenido un crecimiento exponencial, sin pensar si esa velocidad era viable para el país.

Todo apunta a que la situación no parece que tenga que cambiar a corto plazo, sino al contrario; China no acaba de dar respuesta a las urgencias energéticas de sus industrias, mientras que las navieras ya han informado que a partir de ahora esta nueva manera de proceder será la que seguirán en un futuro.

Habrá que esperar si esta nueva situación propicia una relocalización de industrias en Europa, cosa que sin duda daría oxígeno a las maltrechas economías del viejo continente y beneficiaría a sus ciudadanos a corto plazo.

Siempre se dice que la palabra “crisis” quiere decir “cambio”, y en este caso creo que cobra todo el sentido del mundo.

¿Puede ser esta una oportunidad de oro para Europa? ¿La sabrá aprovechar?

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