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✈️Viajes

¿El futuro está en el aire o los rieles?

por
José Albelo
Equipo de Comunicación de Producto de Quantfury
Is the future in the air or on the rails

Los viajes en avión han cambiado al mundo, por un lado, cada vez es más común volar, en el año 2004, hubo 1.994 millones pasajeros en la industria aérea global, esa cifra aumentó a 4.543 millones en 2019, un aumento de 2.27 veces en solo 25 años.

Por otro lado, paradójicamente, el hecho de viajar es cada vez más engorroso, la duración de los vuelos ha aumentado desde los años 90 hasta ahora, vuelos que antes tomaban menos tiempo, ahora toman más tiempo, principalmente para ahorrar combustible, sacrificando calidad en el servicio. 

Como cereza del pastel, las nuevas tendencias se dirigen hacía volar cada vez menos, para favorecer otras formas de transporte como los trenes de alta velocidad. Quizá esto explica que en los últimos años el mercado de valores estime el valor de las aerolíneas como un todo, por debajo del valor de sus propios programas de viajeros frecuentes. El programa AAdvantage de American Airlines (NASDAQ: AAL) tenía una valoración de 31.000 millones de dólares, mientras que toda la compañía al día de hoy vale 8.405 millones de dólares. 

Teniendo en cuenta todo este panorama, ¿cómo cambiará la industria aérea los próximos años? ¿Es la industria aérea una reliquia contaminante del pasado, en un mundo lleno de carros eléctricos y energías limpias?

Un medio de transporte que parece estar ganando la popularidad que los aviones comerciales pierden, es el tren de alta velocidad. España es el país europeo (y el segundo del mundo) con la red de trenes de alta velocidad más extensa del mundo, la llamada “Alta Velocidad Española” o AVE

Ir de Madrid a Barcelona toma la misma cantidad de tiempo en avión, que en AVE, pero en AVE el precio es aproximadamente la mitad, además el viaje en AVE es mucho más tolerable para personas con aerofobia o claustrofóbicas. 

Por ejemplo, en un tren de alta velocidad se dispone de asientos más amplios, cafetería, espacio para estirar las piernas y caminar durante el trayecto, acceso a aparatos electrónicos y conexión a Internet que pueden convertir un viaje engorroso en la oportunidad de ver un par de episodios de tu serie favorita o disfrutar de hermosas vistas durante el trayecto. Esto puede ser una gran ventaja para las familias con niños pequeños.

Todo esto alimenta la tendencia a volar menos, favoreciendo a los trenes de alta velocidad en todo el mundo y al medio ambiente, ya que, en general, viajar en un tren de alta velocidad suele ser mucho menos contaminante que hacerlo en un avión. Los trenes de alta velocidad consumen energía eléctrica para funcionar, que suele ser mucho menos contaminante que el uso de combustibles fósiles, como el que utilizan los aviones.

Sabiendo todo esto, es curioso ver que se espera que la industria de los vuelos comerciales crezca en el futuro, en parte porque muchas compañías como American Airlines ya no se encargan solo de transportar pasajeros, sino que junto con sus socios forman parte de operaciones financieras que son más rentables económicamente, es decir, sus programas de viajeros frecuentes.

La cuestión es que aunque los trenes de alta velocidad tienen grandes ventajas, todavía no hay trenes transoceánicos porque actualmente es imposible tomar un tren de alta velocidad de Nueva York a Madrid, por lo que la forma más eficiente de viajar a través de los océanos sigue siendo el avión.

Pero, puede que algún día un viaje tan particular como este sea posible o incluso quizá estos viajes se hagan en submarinos que nos permitan observar el mundo marino, en un viaje que se vuelve una aventura a medida que se recorren más y más kilómetros. 

Aun así, la industria aérea no se da por vencida e innovaciones como aviones propulsados a hidrógeno ya se están desarrollando, esto cambiaría fuertemente las perspectivas ambientales de viajar y podría convertir a una de las industrias más contaminantes del mundo, en una industria verde.

Tal vez en el futuro, cuando se haya completado la transición a formas de energía más limpias, los aviones formen parte de la experiencia de viajar; hoy en día (y a diferencia de los trenes de alta velocidad), viajar en avión no forma parte de la experiencia de viajar, pero en un mundo post-petróleo viajar en avión podría ser como viajar en un globo aerostático, una experiencia curiosa aunque poco eficiente en el día a día.

Si bien la tecnología para hacer que los vuelos comerciales puedan ser incluso más rápido ya existe, y podría mejorar con los años, debido a los enormes costos de la industria aérea en general, es entendible que las aerolíneas al verse ante la dicotomía de escoger viajes más rápidos o mayor eficiencia, prefieran la última, haciendo que los trenes de alta velocidad o formas de transporte alternativas ganen competitividad. 

Por ejemplo, viajar en tren de alta velocidad hoy en día puede ser mejor opción que viajar en avión, al menos entre ciudades densamente pobladas. Simplemente, el hecho de no tener que ir a un aeropuerto puede ahorrar muchas horas a los pasajeros, debido a que por razones logísticas los aeropuertos tienden a estar en las periferias de las ciudades. 

En cualquier caso, predecir el futuro es una actividad apasionante y desafiante a partes iguales; puede que en el futuro no usemos aviones ni trenes de alta velocidad, sino que nos movamos en alguna forma de transporte que aún no se ha pensado; lo único seguro en el mundo de la tecnología es que nunca se sabe lo que va a pasar.

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