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Distopías ciberpunk: está muy cerca

por
Miguel F colaborador

Recuerdo muy bien los primeros años de la década de los 90. Los videoclubs tenían una oferta casi ilimitada de películas futuristas y tétricas. Era prácticamente imposible no toparse con alguna de ellas. Reproducimos mundos que parecían irreales en nuestras pantallas a partir de una cinta magnética. Humanos fusionados con máquinas, universos virtuales, hackers, monedas digitales y otras locuras. Esto nos llevó a mundos que habían sido descritos décadas antes en la literatura ciberpunk, y ahora nos tocaba a nosotros causar un impacto visual con ellos. Todo esto ocurrió cuando apenas conocíamos el concepto de Internet (en el mundo real).

Aprendimos sobre cyborgs, robots e inteligencia artificial a través de esas historias. Pero también aprendimos mucho sobre el control de las sociedades, la manipulación de la información y el ansia de poder inherente a nuestra especie. Una vez más, el cine actuó como maestro y nos alertó de lo que se avecinaba. Y muchas cosas empezaron a suceder cuando la realidad se filtró a través de nuestras gafas de soñadores. Se puso en marcha un mecanismo, rápido, imparable y con una estela casi imposible de ignorar: el progreso tecnológico estaba aquí, ya no nos era indiferente, y su exponencialidad era abrumadora.

Aquí estamos ahora, 30 años después. Esas locuras se convirtieron en parte fundamental de nuestras vidas sin darnos cuenta. Convivimos a diario con la inteligencia artificial. Tenemos dispositivos millones de veces más potentes que los primeros ordenadores que ocupaban habitaciones enteras, y ahora apenas ocupan la palma de nuestra mano. Tenemos hackers, monedas digitales y empresas superpoderosas que luchan por el bien más preciado de esta época: la información. 

Pero por si todo esto fuera poco, también tenemos un virus global, que cambió las cosas de forma abrupta y para siempre. En pocos días, nuestros espacios físicos se redujeron por completo. Nuestras casas se convirtieron en templos, y el contacto con el mundo exterior fue a través de la virtualidad. Los gigantes de la tecnología no tardaron en acelerar la creación de lo que habían estado desarrollando cautelosamente a largo plazo: los mundos virtuales. Un día escuchamos la palabra «Metaverso». Al investigar más, comprendimos lo que los gigantes tecnológicos ya habían entendido: Quien controle el mundo virtual controlará el mundo real, y quizá la manera más fácil de controlar un mundo sea crearlo. 

Mientras algunos hacen lo posible por ampliar nuestra perspectiva al espacio exterior, como Virgin Galactic Holdings Inc. (NYSE: SPCE) con su futuro turismo espacial, otros hacen lo posible por crear un universo dentro de nuestra casa. Y tan serio es el tema que un veterano como Facebook, cambia su nombre por el de Meta Platforms (NASDAQ: FB). Y aquí estamos, en medio del código, la blockchain, las obras de arte virtuales, los coches autoconducidos, las naves espaciales, las megacorporaciones y las guerras virtuales. Hace unos años, éramos espectadores de mundos increíbles capturados en una cinta VHS. Hoy, quizá involuntariamente, somos los protagonistas de esas fantasías.

Si antes no creías en las distopías ciberpunk, te recomiendo que empieces a hacerlo ahora. Quizás estés viviendo en una.

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