Inversiones sostenibles

La lucha contra el cambio climático se ha convertido en uno de los mayores temas en la actualidad, y los mercados financieros no son ajenos a ello. De esta forma, el cambio de mentalidad ha significado la aparición de nuevas formas de entender las finanzas y de invertir. Las “inversiones sostenibles” se pueden definir como aquellas que tienen como objetivo el uso responsable de los recursos con los que contamos en la actualidad, desarrollando planes y técnicas que se puedan mantener en el futuro permitiendo mayor sostenibilidad. 

Entre ellas destacan los Fondos ESG (“Fondos de Gobernanza Social y Medioambiental”), centrados en negocios cuya rentabilidad está ligada a criterios medioambientales, sociales y de buen gobierno corporativo. Esto es, en vez de invertir en proyectos pensando solo en la rentabilidad, se tienen en cuenta otros factores como la gestión de los recursos naturales, las emisiones de efecto invernadero o las condiciones laborales de los empleados de las empresas. 

Los Fondos cuyas carteras incorporan criterios ESG se han multiplicado durante la última década y su máximo histórico de entradas se alcanzó el pasado 2021 con más de $100 mil millones de dólares.

Algunas de las empresas que cuentan con mejores ratings ESG son: Microsoft Corp (NASDAQ: MSFT), Linde PLC (NYSE: LIN), Accenture PLC (NYSE: ACN), J B Hunt Transport Services Inc (NASDAQ: JBHT) o Xylem Inc (NYSE: XYL). Poniendo ejemplos concretos, es destacable el caso de Microsoft, que se ha comprometido a tener un impacto negativo en emisiones de CO2 para 2030, hasta el punto de haber compensado todas las que la empresa ha emitido desde su fundación hace casi 50 años para el año 2050. Por su parte, J.B. Hunt ha anunciado su intención de convertir el 25% del consumo diario de su flota en combustibles alternativos, como la electricidad o el hidrógeno, para 2035. 

No obstante, ¿qué ganamos como inversores de buscar empresas con un perfil sostenible? Pues bien, por un lado las empresas que siguen esta práctica reducen considerablemente el riesgo de multas y ciertos problemas legales, y facilita su acceso a financiación pública. Por otro, mejoran su reputación, crean imagen de marca, y aumentan la transparencia y la confianza en la gestión. Es decir, que con independencia de lo socio-medioambiental, seguir criterios ESG es positivo a muchos niveles. 

Muestra de ello es la multimillonaria inversión de prácticamente la totalidad de las petroleras en marketing verde y políticas de descarbonización, siendo empresas en principio afectadas negativamente por este cambio de mentalidad. Entre ellas destaca Range Resources Corp (NYSE: RRC), la cual tiene por bandera ser la compañía con menores emisiones de efecto invernadero de entre su grupo de competidores. También Santos Ltd (ASX: STO) ha anunciado su voluntad de ser una empresa de cero emisiones netas de CO2 en 2050.

Por último, como consecuencia directa de estas variables, se produce una mayor atracción de capital, multiplicándose así los activos gestionados en fondos con criterios de sostenibilidad. En este contexto, es difícil decir que las inversiones sostenibles constituyan una moda pasajera o una burbuja, sobre todo teniendo en cuenta la correlación entre su rendimiento económico y el seguimiento de criterios de buen gobierno. Este hecho bien puede verse en la serie histórica, que desde el año 2013 muestra un mejor comportamiento de los Fondos ESG, computándose en el año 2022 la mayor diferencia entre ambos rendimientos según datos de MSCI. Asimismo, esta es la opinión de un sector muy amplio de gestores y expertos, que prevén un crecimiento aún mayor de este tipo de inversiones en el futuro. 

En conclusión, los Fondos ESG han venido para quedarse, y las inversiones con criterios de sostenibilidad no solo han dejado de ser una curiosidad para convertirse en una realidad presente, sino que, con los datos en la mano, parece que también tienen mucho futuro.