Gaceta de Quantfury

👜Moda

Economía colaborativa para tu armario

por
Mark Lazarte
Equipo de Comunicación de Producto de Quantfury

Creo que se puede decir que la economía colaborativa ha llegado para quedarse. Pero hace solo una década, la idea de compartir tus cosas con extraños era ridícula y tecnológicamente poco práctica. 

Hoy tenemos plataformas tecnológicas alterando casi todos los sectores, desde el transporte con los gigantes Uber (NYSE: UBER) y Lyft (NASDAQ: LYFT), hasta el alojamiento con Airbnb (NASDAQ: ABNB), los préstamos entre pares de Lending Club (NASDAQ: LC) y los servicios de manutención con TaskRabbit.  

En los últimos años, innovadores han intentado penetrar el sector de la moda creando aplicaciones y sitios web con comunidades que intercambian, alquilan y venden ropa.

Los partidarios de estas nuevas empresas argumentan que desafiar a las empresas de moda rápida como H & M (BATS EU: HMB) y Zara, propiedad de Inditex (BATS EU: ITX), beneficia al medio ambiente. By Rotation, una comunidad británica de alquiler e intercambio de ropa poco usada, presenta estadísticas en su sitio web para reforzar esta afirmación: en 2019 se vendieron 114.000 millones de prendas de vestir, el 70% de los artículos de ropa terminan en vertederos y el 8% de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero provienen de la industria de la ropa y el calzado. 

Tulerie, en Estados Unidos, tiene una plataforma de alquiler P2P similar. Se comunican con posibles miembros de la comunidad a través de videollamadas para garantizar un ajuste adecuado. 

Puede ser que, desde una perspectiva ecológica, tenga sentido compartir y reutilizar la ropa, pero desde el punto de vista empresarial, plantea la cuestión de si un número suficiente de personas se siente realmente cómodo llevando la ropa de otras personas. 

Los críticos del medio ambiente pueden argumentar que las emisiones que se ahorran al no comprar ropa se compensan con el transporte necesario para enviar la ropa del propietario al arrendatario y viceversa. Otra crítica al modelo de negocio es que estas plataformas se llevan grandes comisiones de hasta una cuarta parte del precio del artículo, lo que aleja a los usuarios potenciales.  

Otra alternativa a compartir o alquilar es vender tu ropa vieja. Y aunque se evita la creación de ropa nueva, también se aleja de la donación de ropa poco usada a organizaciones benéficas y a personas necesitadas. 

Empresas como Vestiaire en París, propiedad de Kering SA (BATS EU: KER), y Vinted y Poshmark (NASDAQ: POSH) en el Reino Unido facilitan este mercado de ropa de segunda mano. Pero, de nuevo, las tarifas son bastante elevadas y el envío de ropa a largas distancias también genera emisiones secundarias por su transporte.

Solo el tiempo dirá si la economía de la ropa compartida despega y si estas empresas se convierten en los unicornios del mañana. Si las tarifas son las adecuadas y los usuarios se acostumbran a la idea de llevar la ropa de otra persona, ya sea para el fin de semana o para siempre, entonces veo un futuro brillante.

Quién sabe, tal vez un día subas tu vestuario al metaverso para que desconocidos virtuales puedan ponerse los auriculares y elegir los artículos que van a alquilar o comprar, probándoselos con su avatar digital. 

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